Con la llegada de cada nuevo puente o días de vacaciones llega también una nueva oportunidad para hacer una escapada. Después de nuestra gran experiencia del año pasado viajando en camper con nuestras bicicletas, hemos querido repetir con nuestros amigos de Roadsurfer.
Además, en esta ocasión lo hemos hecho a lo grande y con mayores comodidades aún, ya que nuestra furgoneta era esta vez de mayor tamaño y contaba con baño, además de cocina y amplio espacio para cuatro personas. Una ‘Road House’, como la denomina Roadsurfer, que cualquiera puede alquilar para disfrutar los viajes de una forma única y siempre con nuestras bicis con nosotros.
A la hora de elegir destino, la primera opción era ir a los Pirineos por la zona de Huesca, pero el mal tiempo general que se avecinaba en esos días nos obligó en el último momento a pensar en un plan B. Francia fue la elegida, un lugar donde la lluvia no arruinase nuestras minivacaciones. Además, el país vecino es una destinación cercana desde Barcelona, donde estamos, y que nunca defrauda.
Sin duda, la flexibilidad de elegir la ruta que queramos y cambiarla sobre la marcha si es necesario es una de las grandes ventajas de viajar en camper. Además, llevar todo lo necesario a cuestas y dormir en el propio vehículo son otros de los beneficios de las autocaravanas.
Narbona
Nuestro recorrido comenzó en Narbona, una hermosa ciudad del sur de Francia en la región de Occitania. Una vez instalados en un aparcamiento frente al centro deportivo municipal Narbona Arena, no exclusivo pero sí apto para caravanas, descargamos las bicicletas para dar un paseo por la zona y familiarizarnos con el entorno.
Al día siguiente, ya con los primeros rayos de luz asomando, cogimos de nuevo las bicis y nos fuimos hacia el centro de la ciudad. Allí descubrimos sitios increíbles como la antigua capilla des Pénitents Bleus, que data del siglo XVIII y reconvertida desde 1995 en espacio de arte. Además, un pequeño paseo por los alrededores de la catedral Saint-Just y Saint-Pasteur nos abrió la puerta al pasado histórico de la ciudad.
Canal du Midi
Para finalizar el día antes de ir a descansar y recuperar fuerzas, nada mejor que un paseo por el Canal du Midi. Éste es el trazado del canal fluvial más antiguo de Europa, que une el río Garona con el Mar Mediterráneo creando una línea continua entre las dos costas francesas y es uno de los destinos cicloturistas más famosos de toda Francia.
A lo largo de su trazado encontraremos puentes y esclusas que son auténticas obras de arte de la ingeniería del siglo XVII. El canal está flanqueado en ambas orillas por veredas o carriles que transcurren casi siempre a la sombra. Hicimos un recorrido de corta distancia muy bonito y apto para cualquier tipo de bicicletas.
Como comentamos, el Canal du Midi es ideal para cicloturistas porque puedes hacer un largo recorrido entre ciudades emblemáticas del sur de Francia como Toulouse, Castelnaudary o la espectacular Carcasonne. Y también para ciclistas ocasionales que busquen un paseo matinal, porque no se necesita nada de técnica y el terreno es muy llano.
Lagrasse
A la mañana siguiente, después de un típico desayuno con croissants para reunir fuerzas, comenzamos el viaje hacia nuestro siguiente destino, Lagrasse. Situado en el corazón del macizo de Les Corbières, es un pueblo a orillas de un apacible río y que está incluido entre los más bonitos de Francia. Está repleto de casas medievales, vestigios de antiguas murallas y la abadía de Santa María de Orbieu, que está dominada por una imponente torre-campanario.
Para llegar a este punto nuestro consejo es que para llegar desde Narbone optéis por las carreteras internas y dejéis de lado la autopista ya que, además de ahorrar un poco de dinero en los peajes, las vistas merecen la pena. Los sinuosos caminos discurren entre viñedos y espectaculares valles de un verde intenso. Aunque sea un recorrido un poco mas largo, vale mucho la pena.
Al llegar a Lagrasse lo mejor es dejar la camper en el aparcamiento que hay a la derecha en la entrada de la ciudad, ya que está prohibido entrar con ella al casco histórico. De todas formas, el aparcamiento está a tan solo cinco minutos andando del centro de este pequeño pueblo.
Un recorrido a pie (es casi imposible usar las bicis por sus calles adoquinadas), nos permite contemplar el viejo mercado del siglo XIV, puestos de artesanía y la iglesia de estilo gótico, que fue declarada Monumento Histórico.
Gastronomía y artesanía
Para los amantes de la buena gastronomía, la carreta principal que bordea el pueblo está repleta de pequeños restaurantes donde disfrutar de la comida local y una gran variedad de vinos con denominación de origen.
Si tienes la suerte de ir un sábado por allí, podrás visitar el mercado montado debajo de las galerías que datan del siglo XIV. Te dará la oportunidad de comprar productos locales como quesos y embutidos rodeado en un ambiente animado y local.
Lagrasse también es famosa por sus locales de artesanía, en los que destaca la cerámica, la marroquinería, los talleres de violines, la costura… De hecho, la ciudad medieval está clasificada desde 2004 dentro de la lista de «Ciudades y artesanías».
Pero cómo no, de Lagrasse hay que destacar sobre todo la preciosa abadía -su principal atracción turística- que ofrece un conjunto excepcional de edificaciones de los siglos XII al XVIII que evocan los lugares y momentos de la vida monástica, como el palacio de la abadía donde se encuentran los dormitorios, la panadería, el claustro…
Además, si visitas la zona en verano, frente a la abadía puedes darte un baño en las orillas del río Orbieu. Nada mejor para refrescarte después de un paseo a pie o en bicicleta.
Carcasona
Habiendo disfrutado de este hermoso paraje, seguimos con nuestra camper camino hacia una de las ciudades medievales más bellas de Francia, Carcasona. Allí elegimos establecernos en el área exclusiva para caravanas Aire camping-car, situada al lado del camping de la Cité, que cuenta con los servicios básicos de vaciado de aguas grises y llenado de agua limpia. Un consejo es llegar temprano si se visita durante periodos de temporada alta, ya que las plazas son limitadas.
El paseo para ir a recorrer la ciudad con las bicis es muy fácil. Se trata de un camino llano bordeando un afluente del río Aude que lleva directamente al corazón de la ciudad.
Situada en la orilla derecha del Aude, la Cité es la ciudad medieval, que aún está habitada y cuenta con 52 torres y 2 murallas concéntricas que suman 3 kilómetros de longitud. Podemos acceder libremente tanto de día y como por la noche a través de la Puerta de la Narbonnaise y de la Puerta del Aude y pasear por sus estrechas calles, disfrutar de la infinidad de creperías y pequeños restaurantes (nos asombró la gran oferta gastronómica local y unos precios bastante comedidos), como también aprovechar para comprar algún souvenir en los pequeños locales de artesanías.
Aunque podemos recorrer la ciudad de forma gratuita, recomendamos visitar su imponente castillo, que fue construido en el siglo XII y fue modificado en los siglos siguientes. La entrada son 11 € para mayores de 26 años, pero es muy recomendable y las vistas panorámicas de la ciudad desde sus torres compensan la pequeña inversión.
Para los más peques (y no tan peques), en el corazón de la ciudad descubrimos la recreación de un campamento medieval que ofrece actividades, talleres y demostraciones de diversas artes medievales.
Una vez recorrido el casco antiguo, un paseo en bici por el corazón de la vida local de La Bastida San-Luis nos dio la oportunidad de conocer el centro de la ciudad moderna de Carcasona, lleno de numerosas tiendas de moda, restaurantes y supermercados.
Una parada en el camino
Al día siguiente y ya de regreso hacia nuestro hogar, aprovechamos para hacer una pequeña parada con nuestra camper Roadsurfer y nuestras bicicletas y visitar el estanque de La Palme, situado entre la playa y el estanque del pueblo de La Palma.
Se trata de un lugar privilegiado del Parque Natural Regional de la Narbonesa, hogar de muchas especies de aves, incluyendo un gran número de flamencos que es posible observar libremente. Aunque nos desviamos un poco, valió mucho la pena.
Un cierre vacacional excepcional que nos ha dejado una gran sabor de boca. Como dijimos al inicio de este reportaje, Francia nunca defrauda, y menos si la podemos disfrutar viajando en camper y en bicicleta.