En Europa hay pocos países como Austria donde poder disfrutar del cicloturismo con tranquilidad y en medio de paisajes de postal. No sólo eso, sino que sus ciudades también nos permiten movernos con comodidad y seguridad en bicicleta para descubrir todos sus encantos. En esta ocasión lo haremos por Linz, una desconocida para el gran público que tiene mucho que ofrecer al visitante.
Linz es la capital del estado federal de Alta Austria y la tercera ciudad más grande del país, con cerca de 200.000 habitantes. Fundada a orillas del Danubio hace unos 2.500 años por los celtas, que la llamaron Lentos, fue también posteriormente enclave romano (Lentia fue su nombre en aquella época).
Ya mucho más cerca en el tiempo, durante el siglo XX Linz se caracterizó por ser una ciudad industrial de gran importancia. Con el cambio de milenio, su transformación fue más que destacada y ha pasado a convertirse en una de las localidades más modernas e innovadoras de la siempre clásica Austria. Gran parte de la culpa de ello lo tiene el haber sido la Capital Europea de la Cultura en 2009, un hito que supuso un gran impulso para Linz. Esta apuesta por las nuevas tecnologías se refleja también en el hecho de ser en estos momentos la Ciudad Unesco del Arte Multimedia.
Ciudad de paso
Como hemos dicho, Linz se encuentra a la orilla del Danubio -el segundo río más largo de Europa-, en el centro de Austria y podríamos decir también que del continente. Esta situación estratégica le hace ser paso de diversas rutas de gran importancia. La más conocida de ellas es la ruta ciclista del Danubio, que no sólo atraviesa toda Austria, sino que también abarca otros países como Alemania, Eslovaquia y Hungría. No en vano llegan a la ciudad por ella unos 70.000 ciclistas al año. De esta ruta os hablaremos más en detalle próximamente, no os lo perdáis.
Además, por Linz, y también con el Danubio como hilo conductor, pasa la Ruta de los Emperadores y Reyes, que sigue las huellas históricas del pasado imperial de Austria. Otro itinerario destacado es el Donausteig, un camino a pie entre Passau (en la frontera con Alemania) y la localidad de Grein. Incluso el Camino de Santiago que transcurre por el centro de Europa pasa por Linz, aunque para completarlo desde allí hacen falta muchas fuerzas y tiempo.
Centro histórico
Volviendo a la ciudad en sí, y después de visitarla y pedalear por sus calles, os ofreceremos algunos consejos y recomendaciones para conocerla más a fondo. Para empezar, llegar a ella es sencillo ya que dispone de aeropuerto y está conectada con otras grandes ciudades, como Viena por ejemplo, mediante autobús y tren, además de por carretera.
Si no viajas con tu bicicleta, no será difícil alquilar una (generalmente de tipo trekking, muy populares en el centro de Europa) en diferentes establecimientos especializados. Como gran ciudad, la oferta de servicios es amplia y no faltarán tampoco tiendas de recambios o reparación, así que en ese sentido puedes estar tranquilo. Asimismo, puedes conseguir fácilmente mapas con rutas e información en la propia oficina de turismo de la ciudad junto al Ayuntamiento Viejo.
Precisamente éste puede ser un buen punto de partida para nuestra ruta por la ciudad, ya que es el centro neurálgico de la misma, en la Hauptplatz, que con 13.200 m2 es una de las plazas más grandes del continente. En ella se erige una columna de 20 metros de altura dedicada a la Santísima Trinidad, un símbolo barroco que desde 1723 es una muestra de gratitud de los habitantes de Linz por sobrevivir a catástrofes y pestes y como protección contra guerras y calamidades.
Desde esta plaza podemos pasear con nuestra bicicleta por el centro histórico de Linz y descubrir con tranquilidad sus rincones, monumentos y comercios. Cerca de allí encontramos por ejemplo el Castillo -cuyos orígenes datan del año 799 y ha recibido una moderna reconstrucción-, que alberga el museo general más grande de Austria. Como punto elevado, también recomendamos las vistas sobre la ciudad y sus tejados, así como sobre el Danubio.
Desde la Hauptplatz parte la Lasdstrasse, una de las principales arterias comerciales de la ciudad (y de toda Austria) y cerca de la que nos encontraremos algunos de sus edificios religiosos más significativos: la Iglesia Jesuita o Catedral Vieja, del s. XVII, la Iglesia Ursulina, la Iglesia Carmelita o la Iglesia de Martin Luther.
Paralela a la Lasdstrasse tenemos también la Herrenstrasse, otra calle comercial de Linz más estrecha y menos transitada, pero quizás con mayor encanto aún. Pedaleando por ella nos toparemos con la Mariendom o Catedral Nueva, la mayor iglesia de Austria. Este edificio neogótico (cuya torre es sólo unos metros más baja que la de la Catedral de San Esteban de Viena) resulta tan imponente por dentro, con su gran órgano y vidrieras, como por fuera. Además, a sus pies se suelen organizar conciertos al aire libre en verano que resultan impresionantes por su entorno y escenario.
A sólo unos pasos de la Catedral nos encontramos con otro de los puntos más característicos de Linz: la pastelería Jindrak, donde se elabora la famosa Linzer Torte, cuya primera receta data de 1653 y presume de ser la tarta más antigua del mundo. Qué lugar mejor que éste para hacer una parada y reponer fuerzas antes de seguir nuestro paseo en bici por la ciudad.
Pedaleando por el centro de Linz también llegaremos a otros bellos e interesantes rincones como la Casa de Mozart, edificio renacentista donde el músico compuso algunas de sus obras a su paso por la ciudad; la Landhaus o Casa Provincial, con su bonita torre con cúpula; o el Teatro Provincial de Linz.
Ya más alejados del centro, otros puntos de interés a los que podemos llegar fácilmente en bicicleta son el Jardín Botánico, con más de 10.000 especies de plantas diferentes en 4,2 hectáreas; o el Musiktheather, la ópera más moderna de Europa, inaugurada en 2013.
Zonas verdes
No podemos dejar de mencionar tampoco que el 50% de la extensión de Linz lo forman zonas verdes y que en su interior encontramos tres espacios protegidos: Gugl, Frein y Römberberg. Además, en los alrededores de la ciudad la naturaleza se muestra en todo su esplendor, no sólo a lo largo del Danubio, sino que también en las colinas y bosques que rodean la ciudad.
En este sentido, una de las visitas ineludibles es al monte Pöstlinberg, en cuya cima se encuentra una popular basílica de peregrinación. Las vistas desde allí son impresionantes no sólo hacia la ciudad, sino que también a su espalda, donde podemos ver el macizo de Bohemia. Incluso en los días más despejados la vista alcanza a los Alpes desde allí. Se puede llegar hasta Pöstlinberg en el tranvía que parte de la Hauptplatz (uno de los ferrocarriles más inclinados de Europa) o, para los ciclistas con más fuerzas, a través de las empinadas rampas de la carretera.
A orillas del Danubio
Pese a su rica historia, Linz tiene difícil competir en este sentido con otras ciudades austriacas como Viena o Salzburgo. Por ello, en los últimos años ha querido diferenciarse o posicionarse con un destino cultural vanguardista e innovador. Esto lo podemos comprobar especialmente en la ribera del Danubio, que en la última década ha experimentado una gran transformación que ha permitido acercar aún más el río a los ciudadanos.
En las dos orillas del Danubio encontramos caminos ciclables completamente llanos que nos conducen a nuevos edificios que se han convertido ya en los símbolos de la ciudad. Uno de ellos es el Ars Electronica Center, con exposiciones y muestras que aúnan cultura y tecnología. Este museo interactivo de arte digital dispone además de una fachada de luces animada que resulta espectacular durante las noches. No en vano es la fachada de LEDs más grande de Europa.
Cruzando el puente (el Nibelungenbrücke) que une este lado del Danubio con el de la parte vieja de la ciudad, llegaremos a otro de los emblemas de la renovada Linz: el museo de arte contemporáneo Lentos Kunstmuseum Linz, que además de salas de exposiciones y colecciones de arte también destaca por su fachada iluminada de colores, como el Ars Electronica Center.
Junto al Lentos, siguiendo al lado del río hacia las afueras de la ciudad, nos dirigiremos hacia el Donaupark, una zona verde de recreo para los habitantes de Linz y casi un museo al aire libre, ya que allí veremos diversas obras de arte realizadas en acero. Antes pasaremos por otros edificios importantes como la Brucknerhaus, sala de conciertos que lleva el nombre del gran músico de Linz Anton Bruckner.
En la orilla del Danubio se encuentran también embarcaderos donde podremos tomar barcos que realizan viajes por el río. Los hay de todo tipo, desde grandes cruceros que llegan a ciudades como Viena o Passau, hasta algunos más pequeños que realizan visitas por las cercanías de Linz. Estos últimos son una buena opción por ejemplo para ver más de cerca la zona industrial -algunas de cuyas fábricas han sido decoradas con pinturas-, o las zonas de baño del río.
Por último, una recomendación final si visitáis esta bonita ciudad de Austria. Con la Linz Card tendréis entrada libre a museos, exhibiciones y al transporte público, así como diferentes descuentos. La hay para 1 ó 3 días. ¿Os animáis?
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FOTOS: Judith Viaño